Acercamientos al registro de un acto corporal.



I

Una de las características más conocidas y difundidas que posee la performance es aquella que le establece como una representación que se realiza en un espacio-tiempo determinado. Esa característica, la misma que le otorga al acto una cuota innegable de atracción, oculta una serie de preguntas que se relacionan con especificidades que son propias del quehacer, siendo éste el que se identifica por la hibridez de sus puestas en obra, dependiendo cada una de ellas del centro de acción al que pertenece cada artista que las produce.

Los centros de acción más comunes para la performance son básicamente tres: el teatro, la danza y las artes visuales, pudiéndose desprender de cada uno de ellos una serie de sub-centros que harían posible determinar ciertos problemas y descubrir puntos de encuentro -y diferencias- entre cada uno de los centros. Me detendré en el primer punto de encuentro, quizás el más evidente y, al mismo tiempo, el más complejo ya que es el elemento constituyente de todo aquello que, por convención[1], ha sido denominado como performance: la utilización del cuerpo como materia constituyente de la obra de arte.

II

La particularidad que posee el acto de performance, la incorporación del cuerpo a la obra-representación, tiene una serie de antecedentes desde el campo de las artes visuales, lugar que será el eje a partir del cual se escribirán estas líneas, entre ellos habría que destacar las vanguardias artísticas Futurismo y Dadá que se establecen como los primeros acercamientos a la administración del cuerpo como parte fundamental de la “obra de arte”[2], definición que se encuentra en búsqueda de la expansión de sus elementos constituyentes a partir de la radicalidad que ofrece el principio collage hacia 1912. Sin embargo, es hacia fines de los ´50 que encontramos las primeras manifestaciones del Arte Corporal, entendido como práctica específica, en los ya conocidos Happenings o acontecimientos artísticos que se mantienen con fuerza hasta mediados de los ´60; con cercanía temporal, y con la misma importancia para los estudios de la performance, se encuentran activos el grupo Fluxus, el Accionismo Vienés y posteriormente el Arte de comportamiento y Body art.

Desde los ´70, década en la que según Roselee Goldberg la performance es aceptada por derecho propio[3] y es entendida como una práctica más de las artes visuales, podemos entender el término “performance” como aquel que engloba un sinnúmero de manifestaciones en las que el cuerpo aparece utilizado como soporte de obra, constituyéndose como parte material fundamental y significante visual.

III

Si la performance es un acto corporal que se realiza en un espacio-tiempo determinado, que responde a los requerimientos –e intereses- del artista y del trabajo que éste realiza, lo que queda después de un acto de este tipo es simplemente pérdida, cualquier intento de evitarlo es, simplemente, infructuoso y ficcional.

Los aparatos que resguardan –supuestamente- los recuerdos tienen como base el mismo descubrimiento moderno, la fotografía. El problema radica en que la fotografía sólo puede asegurarnos que lo que vemos en la imagen fotográfica en algún momento estuvo disponible para nuestros sentidos, pero, en ningún caso podrá asegurarnos que aquello es de tal o cual modo, es decir, jamás podrá emplearse como prueba de verdad, aún cuando sea factible pensar el dispositivo fotográfico como el que detiene y congela el tiempo, esto es siempre una manera de pensar el momento de la toma pero no se relaciona con la posterior relación entre la información que nos otorga una imagen, o una secuencia de ellas (cuestión que en sí ofrece una gama más de problemáticas) y el que observa ésta.

Aquí radica la dificultad que se presenta al pensar la relación que existe entre el registro de una performance, la memoria y el acto-performance; estos tres elementos sólo pueden tener entre sí una relación que se funda en la ficción y la incertidumbre. El acto de performance sólo puede ser presenciado y vivenciado, lo otro –el registro- siempre tendrá que ser contextualizado desde la distancia, la duda y la falta.

Joselyne Contreras C



[1] Schechner Richard, Performance. Teoría y prácticas interculturales. Libros del Rojas, Universidad de Buenos Aires, Argentina, 2000, P.13.

[2] Las vanguardias artísticas Futurismo y Dadá son antecedentes fundamentales de lo que posteriormente será conocido como arte corporal (Body Art, Arte de Acción, etc), al respecto, es necesario tener en cuenta que, junto con ser antecedentes, constituyen material a interrogar dada las relaciones que se establecen entre las ramas artísticas que convocan (teatro, danza, artes visuales, música, etc.) y lo complejas que resultan algunas de las producciones que ejecutaron los artistas de ambos movimientos.

[3] Goldberg Roselle, Performance Art, Ediciones Destino S.A, 2001.